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domingo, 29 de mayo de 2011

Serpientes monstruosas.

Se dice que Jean Tinner mató a una horrible bestia con cabeza de gato y cuerpo de serpiente en una montaña Suiza.

Un asombroso encuentro con una extraordinaria criatura fue documentada por el historiador y naturalista Johann Jakob Scheuchzer en su Itinera per Helvetiae, de 1923. Hacia finales de abril de 1711, un hombre, identificado como Jean Tinner, vio en la montaña de Frumsemberg, Suiza, "una horrible serpiente, con la cabeza levantada sobre varios de los tortuosos pliegues que formaban su cuerpo de tonos grises y negros; por lo menos medía siete pies [más de dos metros] de longitud, con cabeza parecida a la de un gato", Tinner le disparó con su mosquete y la hirió; luego la mató con la ayuda de su padre. Dijo que también los habitantes de la comarca se habían estado quejando de que encontraban a sus vacas sin leche, pero el problema cesó con la muerte de la serpiente.

Desde la época de Jean Tinner, en los Alpes del centro de Europa se ha informado de raros monstruos tipo reptil, en especial del Tatzelwurm, o "gusano con garras", que fue visto en el sur de Austria en 1921. Pero no se sabe de la existencia de ningún animal que se asemeje a esa serpiente con cabeza de gato, y los restos del monstruo no se conservan. Los campesinos de muchas regiones han asegurado en varias ocasiones que las serpientes negras norteamericanas, las víboras europeas y las cobras indias y africanas ordeñan al ganado.


Reencuentro fraterno.

Separados al nacer, los gemelos James Springer (izq.) y James Lewis (der.) se reunieron luego de 39 años. Sus vidas habían sido muy similares.

El 19 de agosto de 1939, en Piqua, Ohio, Estados Unidos, nacieron unos gemelos. Uno de ellos fue adoptado por la familia Spinger en Dayton, Ohio, quienes creyeron que su hermano había muerto. Se bautizó al bebé como James. El segundo niño fue adoptado por la familia Lewis, de Lima, Ohio, que también creyó que el gemelo había muerto. Por coincidencia, el bebé Lewis también se llamó James. 

Seis años después, Jess y Lucille Lewis descubrieron que el gemelode su hijo adoptivo vivía. En enero de 1979, James Lewis empezó a buscar a su hermano y, al cabo de unas semanas, los gemelos se reunieron, a los 39 años.

Los hermanos eran monocigóticos, o gemelos idénticos, creados de un sólo óvulo fecundado que se escindió en dos; así, compartieron la misma placentaen la matriz. No es sorprendente que la genética produzca similitudes más alá del aspecto físico, pero las coincidencias en la vida de estos gemelos eran sorprendentes.

Las primeras esposas de ambos se llamaban Linda; se divorciaron y se casaron con mujeres de nombre betty. Lewis llamó a su primer hijo James Alan; el primer hijo de Springer se llamó James Allan. Ambos tuvieron perros cuyo nombre fue Toy. Habían trabajado en una gasolinera y para la misma cadena de hamburguesas. Conducían el mismo tipo de coche, fumaban la misma marca de cigarrillos y bebían la misma marca de cerveza. Regularmente habían ido al mismo lugar en Florida durante sus vacaciones anuales. A los dos les desagradaba el béisbol, pero les encantaban las carreras de autos y labrar la madera. Ambos aumentaron y perdieron cuatro kilogramos exactamente a la misma edad, se comían las uñas y habían experimentado un leve ataque cardiaco. Los dos habían padecido hemorroides y migraña.

Thomas Bouchard, catedrático de psicología en la Universidad de Minnesota, registró las semejanzas de los gemelos Jim y estudió las vidas de otros gemelos idénticos que habían sido separados al nacer. Las inglesas Bridget Harrison y Dorothy Lowe, nacidas en 1943, se reunieron por primera vez en 1979. Sus vidas concordaban en varios aspectos: el hijo de Bridget se llamaba Andrew Richard, y el de Dorothy, Richard Andrew. En 1962 ambas escribieron diarios durante sólo un año, en libros con el mismo aspecto y color. Los días que hicieron anotaciones y los que dejaron en blanco coincidían con exactitud.

Bouchard exploró el papel de la herencia genética como opuesta a los factores ambientales. Pero sus hallazgos y otros ejemplos de coincidencia, tales como la sincronía del dolor o la muerte, indican vínculos psíquicos entre gemelos idénticos.

domingo, 22 de mayo de 2011

Algo sobrenatural en unas páginas.



Esta fotografía de Conan Doyle incluye una figura que se dice era el espíritu de su madre.

En su acercamiento a lo paranormal, la fascinación precavida caracterizó al escritor sir Arthur Conan Doyle (1859 - 1930). Su profundo interés en lo sobrenatural fue obvio en sus historias de ciencia ficción: The Lost World, The Poison Belt y The Horror of the Heights. Sin embargo, cuando incursionó en el espiritismo, Doyle siempre se mantuvo precavido contra el engaño. Se negó a trabajar con médiums que alguna vez habían sido sorprendidos engañando, aunque en ocasiones parecieran auténticos.

En 1918, tras la muerte de su hijo, Doyle publicó The New Revelation, donde explicaba cómo sus dudas iniciales sobre el espiritismo poco a poco dieron a la aceptación. Tres años después, haber aprobado las fotografías de las hadas de Cottingley lo dejó en ridículo; pero su actitud inicial fue escéptica. Sólo cuando los expertos las declararon auténticas, Doyle se permitió quedar convencido.

En su último libro, The Edge of the Unknown (1930), describió la investigación que hizo en una casa hechizada en el centro de Londres, en mayo de 1924, con cinco colegas. Cerraron con llave las puertas y colocaron hilo atravesando las escaleras, como precaución contra los bromistas. Se llevó a cabo una sesión espiritista y se recibió un mensaje del recientemente fallecido dirigente ruso Lenin, que había vivido en Londres y quizá conoció esa casa. Doyle se sintió inclinado a considerar el mensaje verdadero (era una advertencia contra la hostilidad entre Rusia y Gran Bretaña), aunque aceptó que era posible "el engaño de otra parte". Pese a su enfoque precavido, su creencia en el espiritismo se reforzó constantemente con su propia experiencia.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Génesis por casualidad.


" He hallado tanta virulencia y maltrato como consecuencia de estos experimentos, que al parecer ha sido un crimen haberlos realizado."

En 1837 un científico inglés aficionado Andrew Crosse, intentó crear cristales artificiales pasando compuestos químicos líquidos a través de una corriente eléctrica. Al cabo de catorce días, Crosse descubrió curiosas formaciones que crecían en las piedras electrificadas. Cuatro días después, dichas formaciones habían aumentado y desarrollado filamentos. Al vigésimo octavo día parecían insectos con patas y empezaron a moverse.

Después de unos meses podían verse varios cientos de los diminutos seres. Crosse los llamó "ácari", en alusión al género de los insectos acáridos. Unos tenían seis patas; otros, ocho. Pero ¿de dónde habían venido? ¿Había huevos de insecto en la piedra o en el líquido? Un examen más minucioso no pudo hallar ninguno.

Crosse produjo más tarde ácaris a partir de sustancias químicas líquidas con sólo someterlas a una corriente eléctrica. Parecía asombroso que en ese medio una criatura pudiese nacer, o incluso sobrevivir, pero cuando Crosse comunicó sus descubrimientos a la Electrical Society, se topó con una total incredulidad. Otro aficionado inglés, W. H. Weeks, de Sandwich, Kent, obtuvo resultados semejantes. El afamado físico Michael Farady dijo que él también había observado el extraño fenómeno. No obstante, por asegurar que había creado seres vivos de sustancias inertes, Crosse fue acusado de ateísmo, blasfemia y, lo que quizá le dolió más, de impostura en sus investigaciones.

Los ataques impidieron futuros informes de Crosse, pero en un experimento posterior en la Universidad de Chicago, una carga eléctrica enviada a través de una mezcla de gases naturales y vapor de agua dio lugar a la formación de aminoácidos, componentes moleculares de las proteínas y base de la vida en la Tierra.

Sensibilidad psicométrica.



Los psíquicos que prometen resolver un crimen al tocar una prenda de la víctima se remontan al origen de un descubrimiento accidental de Joseph Rodes Buchanan. Éste era un entusiasta estudiante de frenología, la supuesta "ciencia" que determina el carácter a partir de las protuberancias y los contornos cerebrales. En 1841, el estudiante estadounidense conoció a su paciente más inusitado, el obispo Leonidas Polk.

Polk aseguraba que aun estando en completa oscuridad podía detectar el bronce solamente por el extraño sabor que sentía en la boca. El obispo tenía una pronunciada protuberancia o prominencia en la cabeza, en el área de la sensibilidad. Esto intrigó a Buchanan. Dirigió experimentos empleando a estudiantes con la mismas características craneanas de Polk. Envolvió varios metales en papel para que los identificaran, y descubrió que muchos distinguían entre bronce, hierro y grafito con sólo tocarlos.

Ahondado más en esta peculiar facultad, a la que llamó "psicometría" o "medición del alma", descubrió que sus alumnos también podían identificar sustancias no metálicas, como sal, azúcar y pimienta. Buchanan atribuyó este don a una especie de sensibilidad extrema o "aura nerviosa" de las yemas de los dedos.

Algunos investigadores posteriores, como el doctor Gustav Pagenstecher, aseguraron que la psicometría iba más allá de los cinco sentidos conocidos. Cuando algunos psíquicos o personas sensibles tocaban cosas, solían relatar impresiones que recordaban el origen de los objetos.

Tras la Primera Guerra Mundial, Pagenstecher hizo experimentos con María Reyes de Zierold en la Ciudad de México. Al tocar un meteorito ella exclamó: "¡Estoy horrorizada! ¡Dios mío!", y describió la sensación de caer en el espacio.