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sábado, 10 de marzo de 2012

Malleus Maleficarum

Manual para la cacería de brujas, El martillo de brujas se usó para provocar la tortura y la muerte de miles de personas inocentes.
Publicado en 1486, el Malleus Maleficarum (El martillo de brujas) fue el manual más popular de los cazadores de brujas durante la gran cacería de éstas en los siglos XVI y XVII. En realidad, hasta que empezó a circular el Pilgrim's Progress de Bunyan en 1678, sólo la Biblia tuvo mejores ventas. El Maellus fue escrito por dos frailes alemanes, Jacob Sprenger y Heinrich Krämer (conocido también como Henry Institor), quienes persiguieron herejes en Renania y Alemania del norte. Aun cuando su propio comportamiento provocó las protestas del papa, en 1484 el recientemente elegido Inocencio VIII apoyó sus actividades.
El Maellus refrendó teológicamente toda superstición grotesca referente al diablo y a las brujas, y su resultado fue la tortura y muerte de miles de inocentes, especialmente mujeres. En el libro se formulan preguntas como "¿por qué las mujeres son más adictas a supersticiones malignas?", y concluía: "Toda brujería proviene de la lujuria carnal, que en las mujeres es insaciable... por lo cual, para satisfacer la lujuria se asocian hasta con demonios."
Supuestamente las brujas ejercían un enorme poder sobre el acto sexual, y a menudo se les acusaba de causar enamoramientos inapropiados, impotencia y esterilidad. Consolidar un pacto con el diablo solía implicar la cópula sexual, así como comer niños recién nacidos y hacer ungüentos con sus despojos. Una vez que el contrato se había pactado, los actos mágicos de las brujas, como salpicar agua para producir lluvia o herir la imagen en cera de una persona, eran señales destinadas a los demonios, quienes entonces hacían lo que se pretendía. El familiar de la bruja, o demonio, la ayudaba para todo. Si la bruja quería robar leche, por ejemplo, fingía ordeñar un cuchillo clavado en un muro, en tanto le pedía a su demonio que ordeñara una vaca determinada. El demonio recogía la leche, la llevaba a la bruja y se la entregaba a través del cuchillo.
A las brujas acusadas por lo general se les torturaba hasta que confesaban, pero el Maellus recomendaba también que se obtuvieran sus confesiones mediante promesas de misericordia: no misericordia para la bruja, sino para la sociedad, a la que convenía el exterminio de la bruja. Quienes creían aquellas promesas y confesaban actos de brujería quedaban invariablemente decepcionados.